Reinaldo Arenas descubre en este libro la podredumbre extrema del régimen castrista. Es una magnífica biografía, muy bien escrita, algunos de sus pasajes recuerdan el realismo mágico. Sólo que lo que se cuenta aquí no es ficción. Por ejemplo, nos narra que era tanta el hambre que era frecuente robar animales del zoológico para comérselos, como ocurrió con el famoso caso del león del zoológico de La Habana que se merendaron algunos hambrientos.
Arenas, después de pasar por las sórdidas cárceles cubanas, consiguió escapar de la isla-cárcel tras el rocambolesco episodio de la crisis con la embajada peruana en 1980. Para aquellos que no lo conozcan se lo contaré brevemente: un conductor de autobuses, desesperado, está decidido a escapar como sea de Cuba. Ni corto ni perezoso empotra el autobús con todos sus pasajeros contra la puerta de la embajada de Perú y escapa al interior solicitando asilo político. Pero lo más asombroso es que las personas que viajaban en el autobús hicieron lo propio. Se produce una crisis diplomática con Perú y las autoridades cubanas retiran de la embajada la escolta oficial, lo que motiva a muchos cubanos a entrar en la embajada y a muchos otros a esperar su oportunidad en los alrededores de la misma. Fidel Castro, desbordado, decide entonces la única solución posible para evitar el estallido de una revolución popular: dejar salir del país a aquellos disconformes, igual que si se tratara de realizar una sangría a un organismo enfermo. Arenas recuerda "en medio de un discurso desesperado y airado a Castro, junto a García Márquez y Juan Bosch que aplaudían, acusar a toda aquella pobre gente que estaba en la embajada de antisociales y depravados sexuales".
Arenas, después de pasar por las sórdidas cárceles cubanas, consiguió escapar de la isla-cárcel tras el rocambolesco episodio de la crisis con la embajada peruana en 1980. Para aquellos que no lo conozcan se lo contaré brevemente: un conductor de autobuses, desesperado, está decidido a escapar como sea de Cuba. Ni corto ni perezoso empotra el autobús con todos sus pasajeros contra la puerta de la embajada de Perú y escapa al interior solicitando asilo político. Pero lo más asombroso es que las personas que viajaban en el autobús hicieron lo propio. Se produce una crisis diplomática con Perú y las autoridades cubanas retiran de la embajada la escolta oficial, lo que motiva a muchos cubanos a entrar en la embajada y a muchos otros a esperar su oportunidad en los alrededores de la misma. Fidel Castro, desbordado, decide entonces la única solución posible para evitar el estallido de una revolución popular: dejar salir del país a aquellos disconformes, igual que si se tratara de realizar una sangría a un organismo enfermo. Arenas recuerda "en medio de un discurso desesperado y airado a Castro, junto a García Márquez y Juan Bosch que aplaudían, acusar a toda aquella pobre gente que estaba en la embajada de antisociales y depravados sexuales".
3 Comments:
por curiosidad...
¿sabe usted en que año se abolió la pena por homosexualidad en Cuba?
¿sabe en que año se abolió la pena por homosexualidad en los USA?
Por ser justos con la historia, más que nada...
No lo sé. Supongo que sería antes en Cuba, por lo que usted dice. Si eso le parece que puede equilibrar a dos estados, uno dictatorial, y otro democrático, pues qué quiere que le diga.
Un saludo.
Las memorias de Reinaldo Arenas son tan extremas, y a la vez tan verosímiles, que deberían ser de lectura obligatoria para todos aquellos que hablan de izquierda mientras le lavan la cara a tiranos.
Hay una parte, en la que narra su cautiverio en El Morro, en la que es imposible no preguntarse cómo es que los revolucionarios pudieron alcanzar tales grados de sordidez mientras hablaban de convertir Cuba en un paraíso. Y aún quién los defienden, que ya es triste.
Saludos.
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