domingo, julio 02, 2006

"En este período de la vida, querido Sócrates -dijo la extranjera de Mantinea-, más que en ningún otro, le merece la pena al hombre vivir: cuando contempla la belleza en sí. Si alguna vez llegas a verla, te parecerá que no es comparable ni con el oro ni con los vestidos ni con los jóvenes y adolescentes bellos, ante cuya presencia ahora te quedas extasiado y estás dispuesto, tanto tú como otros muchos, con tal de poder ver al amado y estar siempre con él, a no comer ni beber, si fuera posible, sino únicamente a contemplarlo y estar en su compañía."
Platón.
El Banquete

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Estimado "impaciente" me resulta muy interesante tu selección de lecturas, tus comentarios guardan coherencia y demuestran penetración y reflexión.
Dicho esto, no puedo entender cómo encaja en este blog esa preocupación por la belleza, o bien entiendes que no haya belleza donde no se encuentre la ética implantada, o bien alejado de kant no estableces correlaciones analíticas entre lo bello y lo sublime,la voluntad buena y el bien.
¿O es que después de tus textos tan contundentes, y atrevidos políticamente, al final eres de esos ñoños que proponen que "perseguir la belleza es la única protesta posible en este asqueroso mundo"?
A propósito, un filósofo no debe proclamarse "impaciente", ha de ser "paciente" , "sim-pathicos", no "im-pathicos", la impaciencia es propia de irreflexivos y de aquellos que responden de modo fulgurante a sus deseos sin atenerse a las consecuencias que pudieran provocar, incapaces de sufrir o alegrarse con otros. Y en tu blog das muestras de todo lo contrario.
En fin, perdóname por esta entrada atrabiliaria, pero después de ver con pasión tus reseñas, me desbarató este párrafo final, y me dije ¿y ahora platónico?

05 julio, 2006 20:04  
Blogger El Filósofo Impaciente said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

08 julio, 2006 14:48  
Blogger El Filósofo Impaciente said...

Pues no dejas de tener algo de razón, franklin, en algunas de tus apreciaciones.
Ese texto de Platón sobre la belleza es el primero de una serie que iba a ir subiendo a este blog. De hecho, acabo de hacer lo propio con uno de Tomás de Aquino. Y mi intención era seguir con algunos otros de diferentes pensadores que han reflexionado sobre la belleza. Además, no sólo quería hacerlo acerca de la belleza, sino con algunos conceptos filosóficos más, como bien, justicia, espacio...
Pero, no temas, que no me identifico con ninguno de los dos que he subido, tengo yo poquito de platónico y cristiano.
Pensé que era una buena manera de intercalar, entre reseña y reseña o artículo, esos textos clásicos. En fin.
En cuanto a la aparente contradicción entre filósofo e impaciente, quizá tengas razón. Pero me parece que la explicación que doy del porqué ha de bastar. Si no de una manera absolutamente racional, sí en cuanto a que somos a veces víctimas de las pasiones y el conocimiento es una de las mías y me doy cuenta del poco tiempo que tenemos los que estamos en este mundo, que no es otra cosa que un corredor de la muerte a la que estamos condenados. Y me agobio por todo lo que queda por conocer y el poco tiempo que nos ofrece la vida. Y es por eso que me impaciento. ¡Qué le voy a hacer!
Un saludo.

08 julio, 2006 14:53  
Anonymous Anónimo said...

Vuelvo a disculparme por mi intervención primera. Un poco descortés pero veo que ha suscitado tu respuesta.
Noto en ella cierto aire faústico.
¿Eres tan joven para confiar en que se te acerque al oido un mefistofélico autor o libro que desenmascare el velo de ignorancia en que dices permanecer?
¿O tienes tanta fe en los discursos acumulados por la tradición como para creer que un vasto conocimiento de ellos te librará de la insatisfacción intelectual en la que vives?
Yo por mi lado creo que sólo en la aventura, el acecho y el derribo de las tradiciones está realmente el disfrute.

08 julio, 2006 17:23  
Blogger El Filósofo Impaciente said...

Creo, ilustre franklin, que las lecturas de los pensadores clásicos -y no tan clásicos- me acerca no sé si al conocimiento pero sí a la inquietud por conocer. Me ayudan las reflexiones de otros para alimentar las mías. ¿No te pasa a ti eso? ¿No crees que para derribar las tradiciones en donde dices que está el disfrute, es necesario conocerlas antes? ¿Cómo iba Descartes a proponer un nuevo método de conocimiento sin saberse al dedillo la filosofía escolástica, que él consideraba como fracasada?
Un saludo.

08 julio, 2006 19:55  
Anonymous Anónimo said...

Ya, ya. Si ya te veo tu afición a la escolástica. Acabo de leer detenidamente tu último apunte sobre Tomás de Aquino.
Hay una metodología escolástica que sirvió para aniquilar, por fin y para siempre, las enseñanzas mitológicas...pero adoptar la disputatio no supone alcanzar buena meta si antes no se ha disuelto en el aire del aula la auctoritas.
Y la autoridad suprema a la que Tomas de A. refiere tu texto selecto no justifica la verdad de lo que afirma.
No te parece "filosofoimpaciente" que los sentidos son fruto de nuestra evolución animal más el contexto social, y no fruto de una exactitud cognoscitiva o don divino.
¿No estás conmigo en que toda aisthesis posible en lo que atañe a la belleza solo es explicable porque la belleza se educa?
O a cambio sólo nos quedaría otra solución alternativa: belleza y placer procederían de filias adquiridas en el desarrollo filogenético y ontogenético.

09 julio, 2006 02:19  
Blogger El Filósofo Impaciente said...

Que quede bien claro que el hecho de elegir determinados textos, no quiere en absoluto suponer que estoy de acuerdo con lo que en ellos se dice. Por eso, no se deduce tampoco que sea muy aficionado a la filosofía escolástica.
Estoy de acuerdo en tu reflexión sobre qué son los sentidos. En efecto, para que creyera que son don divino, debería creer en Dios y me decanto más por el agnosticismo, de momento. Tampoco son exactos como fuente de conocimiento, está claro, a no ser que pensemos, como Nietzsche, que los sentidos no mienten de ninguna manera, pero claro él mostraba así su odio hacia los "metafísicos".
Creo que los sentidos son, en todo caso, un punto de partida en el camino al conocimiento, como piensan los empiristas.
Es evidente, por otro lado, que la belleza se educa, como dices, que se aprende, por tanto. Incluso, como Hume afirmaba, es una cualidad que da el sujeto al objeto, la belleza no está en el objeto.
Saludos.

09 julio, 2006 11:47  
Blogger Jesús Palomar said...

Me permito hacer un pequeño comentario a tan interesante disputatio. Creo que el fondo de la cuestión es la existencia de lo absoluto. Sin absoluto (sin verdad, belleza, bien objetivo y sobrehumano, quizá sin Dios, ¿todo estaría permitido? ¿todo sería relativo?

Bienvenidos a la posmodernidad. El sujeto transcendental de Kant o la inersubjetividad de la concepción moral y estética de Hume hacen un apaño al problema fundamental, pero no lo solucioanan.

Un saludo cordial.

09 julio, 2006 14:35  
Anonymous Anónimo said...

Es habitual, y en esto os incluyo tanto a "filosofoimpaciente" como a "jesuspalomar", renegar de los corolarios posmodernos desde posiciones harto posmodernas. Me explico:
Tanto por las lecturas selectas de uno y otro, como por la gran mayoría de vuestros comentarios, se ve que os inspira un aire deconstructor. Ocurre con frecuencia que este loable espíritu revisionista acaba negando la mayor (ideales regulativos de toda acción humana; expectativas dogmáticas de toda vida futura; apuestas fuertes por proyectos de vida en común...)para disolver la voluntad de los ciudadanos en un arbitrio liberal que también se ha demostrado ineficaz allí donde el reparto de riqueza, y poder, no es alto. ¿Cómo procurar estas condiciones de igualdad sin un poder político fuerte?
No nos engañemos, el posmodernismo está en la masa de nuestro cerebro, el hombre ya dejó de tener atributos esenciales en tiempos de Musil, ¿y vosotros añoráis ese esncialismo?
En fin, y para no extenderme más, esa nostalgia de absolutos nos deja en orfandad, pero nos abre una vía todavía casi inexplorada...la investigación de la naturaleza humana siglos después de la valiente apuesta humiana y con el aparato protésico de la ciencia del siglo XXI.
Mientras que la posmodernidad ha sido un viento que a todos nos ha enfriado, aunque no nos hayamos expuesto directamente a él, los descubrimientos de Hume fueron primero hechos digeribles por Kant, y luego olvidados como mero paso previo a la metafisica trascendental.

11 julio, 2006 19:06  

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